lunes, 20 de abril de 2009

El deber del editor




Juego de ojos/ Miguel Ángel Sánchez de Armas*



El director de un medio es como un jefe de Estado. Lo que decide en la soledad de su despacho tiene consecuencias más allá de la empresa, pues los medios alimentan a la sociedad. Hace unas semanas publiqué extractos de la memoranda con que Manuel Buendía como director de La Prensa en 1963, acicateaba a los reporteros para alcanzar la excelencia profesional.

Pero el responsable de un medio tiene además el deber de equilibrar las necesidades informativas con las exigencias empresariales, terreno harto delicado, y, confieso, difícil de transitar y de analizar. Un ejemplo de la vida real puede servir para acercarse a un tema que casi ningún director de medios querría abordar en público.

Debo a mi amigo Edmundo Murray el envío, desde Suiza, de la copia de la carta que el 26 de septiembre de 1882 el director de La Nación de Buenos Aires, Bartolomé Mitre, dirigiera a José Martí –“una excelente muestra de que el trabajo de un editor puede ser censura o puede ser ayuda”- después de que abreviara un escrito del Apóstol por razones que se explican en el cuerpo del texto (y que tienen un timbre curiosamente actual 126 años después). No conozco la reacción de Martí. La carta fue publicada en La Argentina en Martí, de Raúl Rodríguez de la O:

“Muy señor mío: La necesidad de un corresponsal competente en este país, era sentida por nosotros desde hace mucho tiempo, pero escollábamos en la dificultad de encontrar the right man in the right place (“el hombre idóneo en el lugar idóneo”). Hoy creemos haberlo hallado en Vd., halagándonos la esperanza de que su primera carta será el punto de partida de relaciones recíprocamente gratas y recíprocamente convenientes.

“Dicha carta –la primera de Vd. a que he hecho referencia- ha sido leída en este país y los inmediatos con marcado interés, mereciendo los honores de la reproducción en numerosos periódicos, algunos de los cuales le han dedicado –y a su autor por consiguiente-, muy favorables comentarios. Digo a Vd. esto para demostrarle que puede Vd. contar, en estas regiones, con un público lector que sabe hacer plena justicia al talento y la preparación literaria; honrando, en sus producciones, al que se distingue, como Vd., por esas brillantes dotes.

“La supresión de una parte de su primera carta, al darla a la publicidad, ha respondido a la necesidad de conservar al diario la consecuencia de sus ideas, en lo relativo a ciertos puntos y detalles de la organización política y social y de la marcha de ese país. Sin desconocer el fondo de verdad de sus apreciaciones y la sinceridad de su origen, hemos juzgado que su esencia, extremadamente radical en la forma y absoluto en las conclusiones, se apartaba algún tanto de las líneas de conducta que a nuestro modo de ver, consultando opiniones anteriormente comprendidas, al par que las conveniencias de empresas, debía adoptarse desde el principio, en el nuevo e importante servicio de correspondencias que inaugurábamos.

“La parte suprimida de su carta, encerrando verdades innegables, podía inducir en el error de creer que se abría una campaña de ‘denunciación’ contra los Estados Unidos como cuerpo político, como entidad social, como centro económico, con prescindencia de las grandes lecciones que da diariamente a la humanidad esa inmensa agrupación de hombres, tan poderosamente dotados, como el medio en que se agitan, para todas las aplicaciones de la inteligencia, del trabajo y de las levantadas aspiraciones. Y tal no era en su idea. De otras secciones de su misma carta, como de trabajos suyos anteriores, se desprende –y no podía ser de otro modo- que sabe Vd. hacer, y hace, completa justicia a lo que hay de grande, de noble y de hermoso en ese país, estimando en lo que valen las enseñanzas que, en medio de todos sus defectos, ofrece al mundo en los detalles y el conjunto de su portentoso desarrollo.

“Suele sucedernos a los que escribimos para el público, que de pronto nos encontramos con que nuestra pluma ha trazado un cuadro que, aunque ajustado a la verdad hasta en lo más insignificante de sus líneas, y relativamente completo en sus detalles, no da, sin embargo, idea acabada de la realidad del conjunto, o es susceptible de darla equivocada, tal vez por falta de lienzo, posiblemente por escasez de tiempo, acaso porque creado en un medio determinante alegre y luminoso o en un extremo brumoso y triste, nos sale todo luz o todo sombra, cuando debiera ser la combinación armónica de sombras y de luces que es el rasgo característico de todo en el mundo y en la vida, ya se trate de hombres o de cosas, de tiempos o de hechos, de colectividades o de individualidades.

“Su carta habría sido todo sombras, si se hubiera publicado como vino, y habría corrido el riesgo innecesario, publicándola íntegra, de hacer suponer la existencia de un ánimo prevenido, y mal prevenido, cuando no se trataba más que de un efecto de circunstancias dichas, bajo la influencia de una sucesión de hechos ingratos, desarrollada en el periodo de tiempo abrazado por su carta.

“Lo dicho bastará para explicar el pensamiento y la intención que han presidido a la reforma de su primera carta en la forma de que se impondrá Vd. por el número de La Nación que se adjunta, y abrigamos todos aquí la seguridad de que hará Vd. a intención y pensamiento la debida justicia, conservándonos su buena voluntad y la valiosa cooperación que de su privilegiada inteligencia esperamos.

“Y que esa reforma no le induzca a Vd. en el error de creer que aspiramos a ver desaparecer por completo de sus cartas la censura y la crítica, la exposición de lo malo y de lo perjudicial. Muy al contrario. Lejos de desear poner trabas a su espíritu en ese sentido, queremos que lo deje en completa libertada, haciéndonos conocer lo bueno como lo malo en el orden político como en el moral, en el social como en el económico; pero cuidando siempre de que ni remotamente pueda atribuirse a efecto de la intención, lo que debe ser únicamente el resultado de los hechos. Las absolutas, en puntos controvertibles, no pueden ser la regla, sino la excepción en ciertos escritos que se avienen mal con la propaganda como objeto exclusivo de su producción, y que destinados a la colectividad por quienes tienen para con ésta especiales obligaciones, necesitan consultar hasta cierto punto sus inclinaciones, sin por eso esclavizarse a sus caprichos o dejarse llevar por sus debilidades.

“No vaya Vd. tampoco a tomar esta carta como la pretenciosa lección que aspira a dar un escritor a otro. Habla a Vd. un joven que tiene probablemente mucho más que aprender de Vd. que Vd. de él, pero que tratándose de una mercancía –y perdóneme Vd. la brutalidad de la palabra, en obsequio a la exactitud-, que va a buscar favorable colocación en el mercado que sirve de base a sus operaciones, trata, como es su deber y su derecho, de ponerse de acuerdo con sus agentes y corresponsales en el exterior acerca de los medios más convenientes para dar a aquella todo el valor de que es susceptible.

“Vd., con su clara inteligencia, me comprenderá fácilmente, llenando los vacíos que el correr apresurado de la pluma, he dejado seguramente en estas líneas, y me creerá cuando le digo que se le abre a Vd. aquí un vasto campo de honrosa y benéfica acción, dependiendo en Vd. únicamente el que sea él rico en halagüeños resultados. La Nación, con su circulación más grande que la de cualquier diario hispanoamericano, con la respetabilidad de que goza, y con la compañía que le ofrece en sus columnas, es el medio más poderoso que pudiera Vd. encontrar para hacerse conocer en América, sirviendo a los intereses de ésta, al par que los suyos propios. Me halaga la esperanza de que así lo comprenderá Vd. y será este un motivo más de que nuestras relaciones, tan cordiales ya por mi parte, sean duraderas, con lo que será el público el que más gane.”

Molcajeteando…

Ando con más magulladuras que Jim Caviezel en la película de Mel Gibson. En mala hora publiqué el chistorete de “Batman”. Mis amigas me dan la espalda y se niegan a pagar sus consumos en las cenas, cual tienen derecho desde que alcanzaron la igualdad con los hombres. Incluso lectores varones me han satanizado. ¡Ay de mí! Mi querida SGG, desde Barcelona, da voz al clamor en mi contra:

“El chiste que has reproducido al final de tu último artículo me parece muy denigrante para las mujeres. Quiero decirte que a mi me lo ha enviado una amiga y me he reído, incluso, pero cuando lo medité con mayor atención me di cuenta que nos hace flaco favor a nosotras. Así que como sé que tú eres un hombre respetuoso con las mujeres, cariñoso y amable, te pido que reproduzcas este comentario para que tus lectoras y lectores se enteren de que no me agradan ese tipo de burlas a las señoras.”

¿Qué sucedió? Pedí a mis asesores que discurrieran sobre el asunto. Me entregaron un informe en 136 folios que pronto publicaré en versión abreviada. Hoy sólo adelanto una de las observaciones: “Su error fue colocar a una mujer casada en papel de ‘Batman’. Comprenda que cuando Olive Schreiner publicó en 1866 su Vindication of the Rights of Women el mundo era victoriano y hoy no lo es más.” No entendí. En descargo ofrezco un chascarrillo feminista (espero que mis lectores varones no me crucifiquen):

Una pareja vacacionaba en una cabaña junto a un romántico lago. El varón decide tomar una siesta después de la pesca y ella (nótese que evito mención al estado civil) saca la lancha y en el tranquilo centro de las aguas se pone a leer. A poco llega un guardia forestal.

-Buen día, señora. ¿Qué hace usted?

-Leo, obviamente.

-Está usted en una zona vedada a la pesca.

-Lo siento, oficial. Leo, no estoy pescando.

-Sí, pero en su bote lleva el equipo necesario y en cualquier momento podría comenzar a pescar; así que me tendrá que acompañar a la comandancia.

-Si usted hace eso, lo acusaré de asalto sexual.

-¡Qué! Ni siquiera la he tocado.

-Es verdad, pero tiene usted todo el equipo necesario para ello y en cualquier momento podría comenzar…

-Que tenga buen día, señora. Adiós.

*Profesor – investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla. 18/06/08
sanchezdearmas@gmail.com


sábado, 18 de abril de 2009

Irán condena a una periodista iraní-estadounidense a ocho años de prisión


Roxana Saberi está acusada de espionaje.-


Clinton se muestra "profundamente decepcionada" por la sentencia
AGENCIAS - Teherán - 18/04/2009


La periodista estadounidense de origen iraní Roxana Saberi, de 31 años, ha sido condenada a ocho años de prisión por un tribunal de Irán, según a ha confirmado a la agencia Reuters su abogado Abdolsamad Jorramshahi.

Según el letrado, su defendida pretende apelar la decisión que ha adoptado un Tribunal Revolucionario de Teherán tras un breve juicio celebrado a puerta cerrada. "Nos han informado de la condena y en el plazo que me proporciona la ley apelaré", ha asegurado Jorramshahi.
La reacción de Washington ha llegado a través de la secretaria de Estado, Hillary Clinton. "Estoy profundamente decepcionada por la sentencia anunciada de Roxana Saberi por parte de la justicia iraní", ha asegurado Clinton, presente en la V Cumbre de las Américas, a través de un comunicado.
El caso de Saberi llega en un momento delicado para los dos países. Después de tres décadas marcadas por la desconfianza, ambos parecen haber adoptado una nueva postura diplomática. Estados Unidos ha manifestado su intención de darle un nuevo rumbo a su política exterior hacía Irán.
La joven fue arrestada el pasado 31 de enero, después de que expirara su acreditación periodística y desde entonces permanece en la prisión de Evin, donde encarcelan a los presos políticos. Saberi, de 31 años, avisó a sus padres, residentes en EE UU, de su detención diez días después; su padre denunció su arresto a la prensa tras llevar 15 días sin saber nada de ella. Roxana Saberi tiene la nacionalidad estadounidense y la iraní. Sin embargo, el país asiático no reconoce la doble nacionalidad. La periodista trabaja para medios como la BBC, la Radio Pública Nacional de EE UU, entre otros medios.
En un primer momento el padre de la periodista aseguró que había sido detenida por comprar una botella de vino, cuyo consumo está prohibido y penado en Irán, aunque finalmente se presentaron cargos contra ella por actividades de espionaje. Según el código penal iraní, el espionaje puede llegar a ser castigado hasta con la pena de muerte. En noviembre pasado, Teherán ejecutó a un empresario iraní que fue condenado por espiar asuntos militares para Israel.

martes, 14 de abril de 2009


TRIBUNA: MALÉN AZNÁREZ

Los periodistas y la doble crisis

MALÉN AZNÁREZ 14/04/2009


¿Estamos los periodistas preparados para afrontar una doble crisis económica y sus consecuencias? No hace falta señalar que una de ellas es la Crisis con mayúscula, la global que nos afecta a todos y que, a decir de los expertos, es la peor desde la Gran Depresión de 1929, aquella que nos dejó imágenes patéticas de largas colas de estadounidenses con raídos abrigos y sombrero esperando por un plato de sopa, o de gente arruinada tirándose en plancha desde lo alto de los rascacielos.


No hay que rendirse. Ésta no es una profesión para conformistas

Pero los medios de comunicación de todo el mundo, y en especial los impresos, los periódicos, están al tiempo sumergidos en una particular crisis vital que lleva arrastrándose desde hace unos años, provocada por la irrupción de Internet, los periódicos digitales, los gratuitos, la caída de la publicidad y las nuevas tecnologías, y que ahora, al socaire de su hermana mayor, ha estallado como una bomba de efecto retardado y amenaza con llevarse por delante no sólo a medios y redacciones, sino también a algunos de los elementos que han sido básicos en el ejercicio del periodismo en los países democráticos.

Las primeras consecuencias ya han empezado a verse: cierre o reestructuración de medios, reducciones drásticas de plantillas, despidos numerosos, jubilaciones anticipadas y, en algunos casos, elección entre congelación de salarios o despidos -desde junio pasado 1.800 periodistas han sido despedidos en España y se calcula que la cifra puede llegar a 5.000-.

Cunde el desánimo entre los profesionales veteranos que ven cómo se cierra una etapa del periodismo que, al menos en España, ha sido de las mejores de su historia. La comprendida entre la muerte de Franco, la Transición, y los inicios de la actual crisis. Una etapa en la que el despertar a la libertad, el adiós a la censura, el florecimiento de nuevos medios y el entusiasmo de unos profesionales que estrenaban democracia dieron lugar al nacimiento de un periodismo de calidad antes desconocido en el país, cuyos presupuestos esenciales eran la veracidad, el rigor y la honestidad. Un periodismo en el que se foguearon y crecieron, ¡y de qué modo!, un montón de profesionales que hoy todos conocemos y respetamos. Periodistas críticos con el poder, ya fuera político, económico, religioso o cultural. Y críticos también -lo que no significa desleales- con las empresas para las que trabajaban. Periodistas acostumbrados a defender, incluso a gritos, sus trabajos ante el redactor-jefe de turno, a no asumir en silencio órdenes caprichosas, vinieran de donde vinieran, y a pelear por llevar una noticia a primera página. Periodistas apasionados, críticos y autocríticos, actitudes, creo yo, esenciales en el oficio.

Un joven periodista planteaba recientemente a una mesa de veteranos colegas que debatían sobre la libertad de expresión, en la Asociación de la Prensa de Madrid, qué se podía hacer para cambiar el sombrío panorama que allí se reflejaba: reciente censura a los medios en Gaza; inconvenientes, cada día mayores, para acceder a la información; malestar de los jóvenes ante la para ellos imposibilidad de plantar cara a unas empresas todopoderosas; cortapisas económicas de éstas para hacer una información atractiva y de calidad; competencia de Internet, mucho más rentable para las empresas a la hora de cubrir conflictos en lugares lejanos, que amenaza con el fin del reporterismo... Entusiasmo; seguir batallando con el poder y el jefe de turno; no rendirse, porque ésta no es una profesión para conformistas; seguir haciendo información seria, rigurosa y sorprendente fueron algunas de las respuestas. En suma, calidad, porque la buena información seguirá siendo información, no importa el soporte en el que se venda.

¿Es posible mantener los principios éticos y el ánimo combativo en medio de un panorama de incertidumbre en el que lo único seguro es que no hay nada seguro? Un paisaje en el que las nuevas tecnologías de la comunicación se imponen a ritmo vertiginoso pero todavía no sabemos cómo serán los nuevos periódicos impresos que ahora se pergeñan, si es que realmente sobreviven... ¿Estamos preparados para, en medio del diluvio, jugarnos el tipo y seguir informando de la única manera que merece la pena: viendo lo que pasa en el lugar de los hechos para luego poder contarlo con la mayor honestidad posible? ¿Estamos dispuestos a resistir las viejas y nuevas presiones? Claro que, a lo mejor, todo esto son sólo tonterías, resabios éticos de un siglo que alumbró a periodistas como Kapuscinsky, García Márquez, Woodward o Bernstein, y lo único importante es contar cosas divertidas, ligeras, y, a ser posible, de bajo coste. Mucha comunicación y poca información.

El estupendo periodista que es Enric González decía hace poco, en este periódico, que se atisba una época en la que a cambio de no tener una cabecera que le ampare, el periodista quedará liberado de los compromisos de sus amos y será él mismo, expuesto a la intemperie, a solas con sus propios compromisos y errores. Y eso que González va por la vida de escéptico. Ojalá acierte, porque las democracias mal pueden sobrevivir sin una información libre y de calidad.

Malén Aznárez es periodista y vicepresidenta de Reporteros Sin Frontera España.

domingo, 12 de abril de 2009

Leer sin papel


La lectura de textos digitales en pantallas de ordenador, teléfonos y libros electrónicos ofrece ventajas e inconvenientes respecto al modo tradicional. Modificará nuestros hábitos y su avance parece imparable
JOSÉ ANTONIO MILLÁN 09/04/2009

Cuando le preguntaron a un especialista cuál sería el futuro del libro contestó: "Si por libros entendéis nuestros innumerables cuadernillos de papel impreso, plegado, cosido, encuadernado bajo una cubierta que anuncia el título de la obra, reconozco francamente que creo que la invención de Gutenberg caerá más o menos próximamente en desuso como intérprete de nuestras producciones intelectuales". Terrible predicción... que fue formulada hace más de un siglo, en 1894. Lo que entonces se suponía que iba a terminar con la lectura en papel era la grabación fonográfica.
Leer es una actividad neurológicamente complejísima. Lo hacemos con todo el cuerpo
Hay estudios que describen a lectores de 'web' como "promiscuos, diversos y volátiles"
Cien años después nunca ha habido más libros, pero ahora se anuncia que lo que va a desplazar al papel es la lectura en pantalla: en ordenador, en teléfonos avanzados o en esos aparatitos llamados lectores de e-books, libros-e o (como acaba de proponer el académico Darío Villanueva) portalibros.
Nadie sabe a ciencia cierta qué nos deparará el futuro, pero de momento el avance de los textos digitales ha provocado una extraordinaria cantidad de reflexiones y estudios sobre la lectura. Y de ellos podemos concluir que leer en papel es una operación muy diferente de la lectura en pantalla: mucho más de lo que podría parecer.
Y es que leer no es sólo acceder con los ojos al texto. Si así fuera, lo más cómodo sería un artefacto por el que fueran desfilando las letras (al modo de los textos que corren en las marquesinas), como en el cuento de Isaac Asimov que transcurre en 2157. Su protagonista recuerda: "Había una época en que los cuentos estaban impresos en papel. Era divertidísimo leer palabras que se quedaban quietas en vez de desplazarse". Es difícil que llegue este libro futuro de palabras móviles porque el lector común no lee letra a letra ni palabra a palabra sino que se administra a bloques, mediante saltos de los ojos, las porciones de texto que va descifrando.
Pero, ¿y la tinta electrónica?, ¿y esos dispositivos (como el Kindle, el Sony o el iLiad) que presentan página a página de quietas palabras, en condiciones casi perfectas de legibilidad? ¿No será lo mismo leer en ellos que leer en un libro o un periódico de papel? Sorprendentemente, no.
Los últimos siglos la lectura ha estado asociada a unos soportes materiales y a una serie de prácticas ligadas a ellos. Lo primero de lo que nos informa la obra en papel es de su tamaño: una novela o un manual de 700 páginas no encierra las mismas promesas que su equivalente de 150. Cuando las páginas que quedan por leer a la derecha del volumen forman un pequeño bloque, sabemos que ese encuentro de los protagonistas ha de ser el último que presenciemos, o que el autor considera que ya sabemos casi todo respecto a la materia que estudiamos.
Pero los artefactos lectores presentan idéntica apariencia para obras enormes o diminutas. Sí: indican de distintas maneras lo que llevamos leído en relación a lo que falta, pero eso nos informa de un modo sorprendentemente pobre sobre nuestra relación con la obra.
Los lectores electrónicos además aplanan el texto, suprimiendo las distinciones tipográficas y espaciales que lo jerarquizan a los ojos del lector. Hay que señalar que aquí radica también una de sus ventajas, porque permiten aumentar el tamaño de la letra para lectores con problemas de visión. Pero en productos textualmente complejos como los periódicos la jerarquización tipográfica es vital. El poeta experimental Kenneth Goldsmith creó la obra Day (2003) reescribiendo en un tamaño de letra uniforme la totalidad del ejemplar de diario The New York Times del 1 de septiembre de 2000, incluidos anuncios y cotizaciones de Bolsa. La resultante fue un tomo de 836 páginas tamaño folio. ¿Un solo ejemplar de un periódico contenía tanto texto como un novelón? Sorprendentemente sí, pero sobre el papel la disposición espacial y los tamaños de letra van diciendo al lector qué importancia y uso tiene cada texto: éste para lectura, éste para hojeo, éste sólo para consulta.
Otra cuestión que rompe con hábitos culturales sólidamente asentados es el hecho de que dentro del e-book convivan muy distintos libros. En la experiencia común, un tomo podía agrupar diferentes obras siempre y cuando tuvieran algo que ver entre sí, como ocurre en una antología o las comunicaciones de un Congreso. Pero mi e-book contiene un par de novelas de Galdós, otra de Neal Stephenson, los manuales del aparato, distintas selecciones de prensa del día, varias traducciones de la Biblia y una extensa convocatoria del BOE.
¿Perdemos algo leyendo en pantalla? William Powers, columnista de la revista estadounidense The Nation, llamaba recientemente al papel "el arma secreta de los periódicos": "La mayor fuerza del papel reside en el hecho de que la mente se asienta en un estado de tranquilidad apaciguada que da lugar a reflexiones más acertadas. Ese estado es mucho más difícil de lograr cuando se lee en formato digital donde la información es infinita y donde existen tantas actividades posibles en cualquier momento".
En efecto: hay estudios que describen a los lectores de páginas web, incluso académicos, como "promiscuos, diversos y volátiles", por su hábito de "picoteo" de páginas, lectura parcial y cambio frecuente de objeto. No es extraño que surjan programas que, como Readability, despejan el contenido de una página web retirando todo lo que rodea al texto central (propuestas de otras lecturas, anuncios, barras de navegación), con el objeto de que el lector se concentre.
El papel, por el contrario, ata al lector a una obra determinada, pero eso no es necesariamente malo. Encerrados en un vagón de ferrocarril con un único libro, se nos plantea el reto de proseguir su lectura, aunque sea compleja, mientras que situados ante una proliferación de obras podríamos saltar a otra, y de ella a otra más, sin nunca terminar ninguna... El papel también hace nuestro lo que leemos, a través de subrayados y anotaciones, operaciones imposibles o muy engorrosas sobre textos digitales.
No es extraño que cambios aparentemente menores en la práctica lectora (como leer en un soporte material o en uno virtual) tengan consecuencias notables. La lectura es una actividad neurológicamente complejísima. Una obra reciente de la psicóloga Maryanne Wolf, Proust y el calamar, nos recuerda que el acto de lectura no es natural: en él confluyen mecanismos cerebrales surgidos evolutivamente con otros fines, y de hecho el aprendizaje de la lectura cambia el cerebro del sujeto que la practica, hasta tal extremo que lo configura de una determinada manera si lee en caracteres alfabéticos (como el español) y de otra si lo hace en ideogramas chinos.
Por otra parte, la especialista Anne Mangen nos recuerda "el papel vital de nuestros cuerpos, incluso en una actividad tan aparentemente intelectual como la lectura": leemos con todo el cuerpo, y sobre todo con las manos y los dedos. Y también sabemos desde el Renacimiento que leemos en el espacio: quien haya preparado una tarea intelectual distribuyendo libros abiertos, obras de consulta y esquemas por la mesa de trabajo sabe lo difícil que es organizar y percibir la multiplicidad dentro de una pantalla. El lector como un homúnculo que se asoma por las ventanas de los ojos a la ventana de la pantalla es una construcción irreal y reduccionista.
Bienvenidos sean los libros electrónicos, que nos permitirán leer documentos larguísimos sin imprimirlos, y buscar palabras en sus páginas. Bienvenida sea también la lectura en la pantalla del ordenador, porque en muchos casos constituirá la única opción para leer obras a las que si no no podríamos acceder. Pero podemos estar seguros de que esta lectura nunca será "lo mismo" que la que habríamos llevado a cabo en papel: podrá ser suficiente para nuestros fines, podrá ser placentera, pero nunca será igual. Y sólo ahora estamos empezando a descubrir de qué maneras.
José Antonio Millán es escritor y coordinador del informe La lectura en España

jueves, 9 de abril de 2009

nebulosa cara de bruja, sorprendente


REPORTAJE Internet, al asalto de su última frontera


Han pasado 20 años desde que naciera oficialmente la Red. A ritmo vertiginoso, Internet ha ocupado espacios que antes ni siquiera existían en el día a día. Hay Internet en los bolsillos, gracias a los teléfonos de nueva generación. Está presente en los asientos traseros de los taxis de las grandes ciudades, informando de las noticias de última hora o de cuál es el estado del tiempo. Internet conecta despachos distantes, cada uno en una parte del globo, enlazados en videoconferencia. Está presente en las pantallas del hogar, en las de las oficinas. Pero hay una pantalla a la que la Red no ha podido llegar. La televisión, presente en muchos hogares del mundo, tótem del entretenimiento desde su generalización a finales del siglo XX, se le resiste a la Red de redes.
La noticia en otros webs
webs en español
en otros idiomas
"En la era YouTube la audiencia quiere controlar lo que ve", dice un experto
En enero, la mitad del público en EE UU vio las series de estreno en diferido
Yahoo intenta competir ofreciendo algunos contenidos para el televisor
Los videoclubes clásicos sucumben ante la oferta electrónica en línea
Cadenas como CBS o MTV ofrecerán herramientas interactivas
Especialistas ven en los aparatos portátiles la mejor opción de fusión
Un artilugio llamado TiVo permite grabar 600 horas de vídeo
Una 'web' de la NBC ofrece contenidos en Internet con anuncios
Hasta ahora no ha habido forma de que Internet se establezca de forma permanente en las pantallas televisivas de los hogares. Ha habido distintas iniciativas, como la de ofrecer navegación por Internet a través del descodificador de las plataformas de televisión digital y por cable. Pero ha sido inútil. Al espectador no le ha interesado la presencia de la Red en la pantalla donde ve sus programas favoritos.
"Ver televisión requiere un grado menor de interactividad", explica Federico Casalegno, director del Laboratorio de Experiencias Móviles del Massachusetts Institute of Technology. "El hecho de ver televisión se percibe más como un entretenimiento, algo que requiere una menor implicación del espectador desde el punto de vista psicológico. Sin embargo, sentarse en un despacho frente a una pantalla de ordenador es otra cosa. Se es más proactivo, hay un esfuerzo consciente para interactuar con el dispositivo. Esto ha hecho que uno, de hecho, pueda ver contenido televisivo en un ordenador, en canales como YouTube o Hulu, pero ha ralentizado la llegada de Internet a las pantallas de televisión".
Es innegable que algo ha cambiado en la forma de ver televisión desde la generalización de las conexiones a Internet. Los hábitos no son lo que eran. Hasta hace unos años, ver la televisión era un acto eminentemente pasivo. En España, con dos canales de televisión, no había mucho donde elegir. Hoy en día, poco a poco, el espectador va tomando el poder. Primero llegó la multiplicidad de canales, gracias a las nuevas tecnologías digitales. Y ahora el mando es una verdadera arma que permite diseñar una programación a la propia medida.
"En la era de YouTube, al telespectador le gusta tener control sobre lo que ve. Ya no vemos programas en directo, vemos los fragmentos de lo que nos gusta", explica Dan Gillmor, director del Center for Citizen Media y del Knight Center for Digital Media Entrepreneurship. "Podemos grabar distintos programas y diseñar el tipo de programación que nos gustaría ver. Podemos almacenar los programas en un disco duro y verlos a nuestro antojo, si es que llegamos a verlos. Tenemos el control casi total".
TiVo tuvo mucho que ver en esta revolución del mando. Este pequeño dispositivo digital, creado en EE UU en 1999, cumple las funciones de un vídeo, pero con las atribuciones de un verdadero ordenador de última generación. Graba cualquier contenido televisivo en un disco duro de 500 gigas, que acepta hasta 600 horas de vídeo. Pero no como un VHS antiguo, programado en función de las horas asignadas, sino según la información que ofrecen los canales de televisión: título de la serie o película, género, actores, director, duración... En el disco se pueden almacenar y reproducir, a lo largo de una temporada, todos los episodios de una serie, si se desea. Se puede grabar hasta dos canales a la vez, para no perderse el partido de fútbol y la serie que dan al mismo tiempo. Por ahora sólo está disponible en EE UU, Canadá, México, Australia, y Taiwan, pero sus creadores estudian comercializarlo en otros países.
En tiempo de crisis económica, TiVo acumula triunfo tras triunfo. En enero, el 50% de los estrenos de las nuevas temporadas de series televisivas se vieron en emisión en diferido, a través de TiVo, según un comunicado de la misma empresa. La gran mayoría de los espectadores, más de un 60%, decidió ver los estrenos de series como Perdidos o 24 no cuando las cadenas los emitieron, sino cuando a ellos les vino bien. Lo mismo sucedió con realities como American Idol.
Si uno no quiere pagar los 13 dólares (10 euros) mensuales que cuesta TiVo, siempre quedan las opciones más baratas: las páginas web que ofrecen contenido de vídeo. Hay muchas ilegales, que logran ofrecer series completas hasta que llega la correspondiente demanda. Y también están los que han visto la oportunidad de negocio de ofrecer vídeo de forma legal y cobrando por emitir publicidad, como Hulu.com, una página web creada por NBC y NewsCorp, que ofrece todo tipo de series y películas, como House, Family Guy, Los Simpson o El Equipo A, con no menos de dos interrupciones publicitarias por episodio.
Hasta el momento, ofrece 40.000 episodios, sólo accesibles desde direcciones de conexión a Internet de EE UU. La de Hulu ha sido una verdadera revolución. En febrero, un mes en que la gran mayoría de portales de vídeo descendió en número de visitas, este sitio web ha ganado terreno, creciendo casi un 33%, hasta obtener 308 millones de accesos únicos, según datos de la consultora Nielsen. YouTube está a años luz todavía, con 5.000 millones de visitas, pero ha perdido casi un 12% de tránsito en 30 días.
En la era del reinado de YouTube y su modelo de negocio, hay viejos titanes de Internet que todavía no se resignan a olvidarse de la idea de una pantalla televisiva que permita navegar en la Red. Yahoo se ha lanzado a una arriesgada aventura para la que cuenta con el apoyo tecnológico de los chips de Intel. La aplicación TV Widgets, que se comercializará a mediados de este año, permitirá a los espectadores poder consultar información en Internet mientras ven televisión.
La palabra widget significa, en inglés, chisme, aparato. En su primera versión, TV Widgets contará con una veintena de estos chismes: una aplicación que informará del tiempo; otra con resultados deportivos, e información de última hora y actualizaciones de las páginas personales de aplicaciones sociales como MySpace, por ejemplo.
Lo que los espectadores recibirán en las pantallas de sus casas serán versiones reducidas de esas páginas web, para que habiten de forma armoniosa con la programación habitual del televisor. Los primeros televisores en disponer de la tecnología necesaria para incluir este servicio serán una serie de pantallas de cristal líquido creadas por Samsung, Sony, VIZIO y LG Electronics.
"Con sólo pulsar un botón del mando, los usuarios podrán ver el portal de acceso a los Widgets, seleccionar un Widget que les guste, y acceder a contenido de Internet modificado para la pantalla de televisión", explica Patrick Barry, vicepresidente de Yahoo. "Podrán seguir los resultados de su equipo deportivo favorito, compartir fotos con la familia, hacer compras, jugar juegos y ver películas o vídeos online a la vez que ven su programa favorito en televisión".
Precisamente esta multiplicidad de contenidos es lo que puede haber puesto en riesgo la convivencia de contenido televisivo e Internet en una misma pantalla. Demasiadas cosas para hacer en una sola pantalla cuya función principal durante décadas ha sido la de ocupar horas y horas de ocio. Pero, si ha sucedido con el mercado del alquiler de vídeos, ¿por qué no va a suceder con el de la televisión?
Blockbuster, la que durante años fue marca de referencia del alquiler de vídeos y DVD, antes de la era de Internet, ha decidido crear un widget para Yahoo que permitirá a los espectadores alquilar películas directamente en su televisor a través de esta conexión a Internet. "La interfaz será sencilla y facilitará a los usuarios el acceso a las películas y a otro tipo de contenido de entretenimiento de Blockbuster", explica Keith Morrow, jefe de información de Blockbuster. "Este nuevo concepto casa a la perfección con nuestra estrategia de proporcionar acceso a contenido de entretenimiento en una plataforma con muchos canales como ésta", asegura.
Hasta ahora, diversas plataformas norteamericanas de cable, como Comcast o Verizon, ofrecen la posibilidad de alquilar películas a través de sus descodificadores. Blockbuster sigue su estela, poniendo al alcance de los espectadores todo su catálogo de películas. Es un paso hacia delante de una empresa a la que casi ha hundido la gran tormenta de Internet.
La némesis digital de Blockbuster se llama Netflix. Desde 1997, esta compañía californiana ha acumulado 100.000 títulos de películas, con una media de 550 copias de cada una, que distribuye entre unos 10 millones de suscriptores. Éstos crean una cuenta en un portal de Internet, y por una suscripción semanal que ronda los 10 euros, reciben las películas por correo y en el buzón de su domicilio. Cuando las devuelven, también por correo, reciben las que se encuentran en su lista de espera online, siempre en el plazo de alrededor de dos días. Sin tiendas. Sin plazos de devolución. Sin multas por devolver un DVD tarde.
De lleno en el nuevo siglo, esta forma de organizar el alquiler de DVD a través de Internet le ha permitido a Netflix alcanzar los más de mil millones de envíos, con unos beneficios anuales de 115 millones de euros. En una reciente entrevista con la agencia Reuters, el director de esta empresa, Reed Hastings, reveló sus planes de ampliar el negocio a otras partes del globo: "Cuando uno se da cuenta de que casi todas las empresas de Internet son empresas globales, y cuando uno se da cuenta de que hay oportunidades muy grandes para nosotros, se ve obligado a decir: ¿No habría oportunidades de negocio en China, Brasil, India o Europa? No tenemos planes específicos de momento, pero es algo sobre lo que vamos a trabajar en los próximos años".
Mientras, en las oficinas de Blockbuster se trata de espantar el fantasma de la bancarrota. Sus más de 7.500 videoclubs, repartidos en unos 30 países, llevan meses esperando la temida noticia del cierre, entre rumores de deudas, descenso constante de alquileres y un mercado que zozobra. La empresa deberá pagar parte de un crédito de 350 millones en agosto. Recientemente, el inversor Mark Wattles compró un paquete de acciones equivalente a 5,7% del total, 6,8 millones de acciones a través de los fondos Wattles Capital Management y HKW Trust.
Junto con Blockbuster, se han unido a la iniciativa de los TV Widgets otras empresas que quieren ganar terreno a los nuevos competidores: los canales de noticias de CBS y ABC; las plataformas musicales de MTV y VH1; la productora Disney; el portal de compra y venta EBay, y aplicaciones sociales como MySpace o Twiter. Los expertos, sin embargo, dudan de que al final el sofá sea el lugar adecuado para navegar en Internet. Muchos apuntan a nuevos modelos de negocio, como el de integrar contenido televisivo, Internet y capacidad de comunicarse en el bolsillo.
Tal es la intención del nuevo experimento del Laboratorio de Experiencias Móviles, liderado en Massachusetts por el profesor Casalegno. "Desde el punto de vista del usuario, en momentos del día en que uno viaja en metro o autobús, puede acceder a contenido televisivo a través de su teléfono o dispositivo portátil", explica Casalegno. "Uno está más dispuesto a interactuar con el dispositivo que cuando está simplemente viendo la tele".
"Hemos encontrado que hay dos tipos generalizados de escenario: uno en que el espectador puede tratar de buscar información sobre sus equipos deportivos, o informaciones sobre el tiempo y las noticias locales. Es un tipo de información que depende mucho del lugar y del momento en que el espectador se encuentra. Otro escenario es el del aprendizaje. Uno puede utilizar su dispositivo móvil para aprender, para practicar materias como los idiomas, un contenido audiovisual que podría producirse y emitirse en breves espacios de tiempo, para que el usuario acceda a ellos desde su teléfono o dispositivo mp3 en el tiempo que pasa viajando al trabajo o a casa".
Ése es el futuro: pantallas que se solapan, que convergen y se unen en lugares antes no imaginados, como el bolsillo del pantalón, el salpicadero del coche o la puerta de la nevera. Pero eso no significa que Internet vaya a conseguir penetrar de lleno en el salón de casa a través de la pantalla televisiva. Parece que, hasta la fecha, el telespectador ha preferido limitarse a ver contenido televisivo y a decidir qué es lo que ve y cuándo lo deja de ver. Pero pasar de controlar el mando a navegar en la Red puede ser un paso demasiado grande como para que los fabricantes de televisores vean una oportunidad de negocio fiable.


DAVID ALANDETE 09/04/2009


Jueves,9 de abril de 2009 - 16:40 h
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miércoles, 8 de abril de 2009

Parte de la gran prensa estadounidense está a las puertas de la quiebra


Caracas, 08 Abr. ABN.- La crisis económica que asuela la economía capitalista mundial y, en particular, la de Estados Unidos, amenaza con derrumbar buena parte de la gran prensa de ese país.
Afligidos por las consecuencias de una economía en recesión, los grandes diarios estadounidenses, privados de los otrora cuantiosos ingresos publicitarios, hacen esfuerzos por mantenerse en pie, en un terreno donde los ingresos se reducen y los costos se elevan.
En diciembre de 2008, la firma Tribune Company, propietaria de importantes diarios como Los Ángeles Time, el Chicago Tribune y The Baltimore Sun, se acogió a las leyes de bancarrota de ese país.
En enero, los efectos de la caída llegaron hasta el Star Tribune, de Minneapolis, y en febrero le tocó el turno a la revista semanal Newsweek.

Ahorrar es el objetivo
Los propietarios de las grandes cadenas de diarios, tratan de negociar con los periodistas y trabajadores de las distintas áreas (impresión, administración y distribución) acuerdos que, sobre la base de reducción de salarios y eliminación de beneficios a los trabajadores más antiguos permitan lograr ahorros en los costos de operación.
Por ejemplo, según reporta un cable de Prensa Latina, los directivos del matutino The Boston Globe, propiedad de la editorial The New York Times, procuran un ahorro de 20 millones de dólares, para garantizar la circulación de ese diario, que parece ser la próxima víctima mediática de las crisis económica
Ralph Giallanella, secretario del Teamsters Local 259, que representa a otros 200 accionistas del periódico bostoniano, ha dicho: “Todos sabemos que la industria periodística está pasando por una gran transición y pérdida”
Y añadió: “Los ingresos por anuncios publicitarios han caído de manera abrupta por lo que está pasando en el país, en medio de la crisis económica”.

La historia continúa
El pasado 31 de marzo, la compañía estadounidense Sun-Times Media Group, propietaria del Chigago Sun Times y de otros 58 diarios en el estado de Illinois, anunció que se acogería a la Ley de Quiebras.
Casi un mes antes, el 21 de Febrero, las empresas editoras del New Haven Register, de Connecticut; del Journal Register Corporation, del Philadelphia Inquirrrrer y del Philadelphia Daily News, se declararon en quiebra.
Mientras tanto, la firma editora, MacClatchy Company, propietaria del Miami Herald, informó el 9 de Marzo, que despedirá a mil 600 empleados, cifra que representa en 15% de su personal.
La tasa de desempleo registrada en Estados Unidos el pasado mes de marzo, fue del 8,5%, el, indicador más elevado en los últimos 26 años.

Oligopolios en crisis
Una rápida ojeada al panorama antes descrito permite apreciar la concentración, en pocas manos, de gran cantidad de importantes diarios estadounidenses.
Poderosas cadenas editoriales, definen y orientan la línea informativa de los más influyentes diarios en las principales ciudades.
Sin embargo, la gran prensa estadounidense, sostén ideológico de la sociedad capitalista, no puede escapar de los efectos de la debacle general que su propio modelo de vida está experimentando.

martes, 7 de abril de 2009

Una preocupación

Hoy me levanté con una certeza. El periodismo de largas y anchas páginas que tanto aprendimos a amar en las aulas de clase en los años 80 tiene sus días contados y por más que intentemos darle la vuelta, renovarlo y en muchos casos hasta atrasarlo, llevándolo a formas y esquemas superados, no podremos evitar su desaparición, su caducidad.
Eso de oponernos como barreras a los cambios es tarea perdida. Pensar que volver a los esquemas del pasado es renovar el periodismo es un error que muchos andan cometiendo por allí.
Tenemos que ponernos del lado de la creatividad. Sorprendentemente, el desafío para estar a la altura de los tiempos y cambios sigue siendo el mismo que ha venido azuzando al escritor y al periodista a través de los siglos: lograr la precisión perfecta, la frase minúscula, la puntería infalible que con la menor cantidad de palabras nos permita resumir páginas y páginas de tedio y flojera redaccional.
En estos días de velocidad, de títulos impactantes y de noticias menudas, un texto grande sólo se justifica por la calidad, la elegancia y por el reto de mantener al lector pegado de principio a fin, y vaya que eso lo logran muy pocos.
Ese amasijo de preguntas y respuestas que muchos ensamblan sin color y talento, comparándolo injustamente con aquel periodismo de ficción y literatura de los 60-70, suena tan desubicado por estos días que hace falta, sin guardar dudas, un remezón de literatura y de originalidad a ese periodismo tedioso y extralargo que algunos periodistas se niegan a abandonar.